domingo, 8 de enero de 2012

Niels Bohr, el hombre que discutía con Einstein

Este año se cumplen 50 años de la muerte de Niels Bohr, un dinamarqués notable, casi desconocido entre el público, pero considerado por sus colegas como un físico genial a la par de su contemporáneo mucho mas famoso, Albert Einstein. Decir Albert Einstein es sinónimo de genio, uno de los científicos más importantes de todos los tiempos, pero Niels Bohr está parejo con Einstein en el ranking de los físicos. Puede decirse que entre los dos sentaron las bases de las revoluciones gemelas que sacudieron la física del siglo XX, la Mecánica Cuántica y la Relatividad. En el camino se hicieron amigos personales y rivales filosóficos. A pesar de un gran aprecio intelectual mutuo, toda la vida discutieron acerca de la interpretación filosófica de la Mecánica Cuántica, y no consiguieron ponerse de acuerdo.
Eran muy distintos. Einstein prefería pensar en solitario, y si surgía alguna dificultad en una charla de colegas, pedía permiso para apartarse un rato y pensar en calma. No tuvo muchos estudiantes ni discípulos a su cargo y casi todo su genial trabajo fue hecho en solitario. Bohr en cambio prefería pensar en voz alta y en público. Lanzaba ideas y veía su repercusión en otros. Como elegía interlocutores brillantes, las respuestas eran iluminadoras. Hablaba en voz muy baja pero poseía un carisma intelectual notable, era escuchado, infundía respeto y juntó a su alrededor un grupo de brillantes discípulos. Mucho de su mérito fue el de inspirar a otros y estimular sus mejores ideas de física.
Bohr y Einstein coincidían en su pasión implacable, una obsesión por su ciencia. Los dos ganaron Premios Nobel de Física, Einstein el de 1921 y Bohr el de 1922. Por azar del destino ambos se entregaron juntos en 1922. El de Einstein venía a todas luces muy demorado y a Bohr lo preocupaba la injusticia de recibirlo antes que a su admirado colega y amigo. "Muy Bohresco" comentó Einstein cuando supo de este prurito de Bohr.
La carrera científica de Bohr fue convencional y exitosa desde el principio. Se doctoró con honores en su Copenhague natal y en 1912 –cien años atrás– viajó a Inglaterra para un posdoctorado en Cambridge, la Universidad más prestigiosa de la primera potencia mundial del momento. Allí Bohr comenzó a elaborar un modelo del átomo que resultó revolucionario y uno de los pilares sobre los que se construyó la Mecánica Cuántica, aunque todavía planteaba más interrogantes de los que solucionaba.
La carrera de Einstein casi termina antes de empezar. Al no conseguir trabajo en un laboratorio, se empleó en la oficina de patentes de Berna, Suiza. Allí, en 1905 postuló la Relatividad y también un trabajo sobre el efecto fotoeléctrico que resultó fundamental en el desarrollo de la Mecánica Cuántica, aunque igual que con el modelo de Bohr, surgían más interrogantes que respuestas de este trabajo.
La teoría de la Relatividad fue hecha por Einstein, pensando casi solo. Hubo contribuciones importantes de otros, pero fueron agregados a un edificio cuya base fue sólidamente construida por Einstein. La construcción de la mecánica cuántica en cambio fue un emprendimiento de muchos, Einstein incluido. La obra comenzó caprichosamente, sobre cimientos que parecían absurdos, con habitaciones agregadas de cualquier manera y solamente con el tiempo fue tomando el carácter de construcción sólida. El arquitecto que le dio solidez al edificio, fue sin duda Niels Bohr, insistiendo tozudamente en la claridad y coherencia que debía tener la nueva teoría.
Tomó mucho tiempo, y el trabajo de físicos como Heissenberg, Schrodinger y otros, pero para 1927 se había completado la Revolución y la Mecánica Cuántica existía ya tal cual se la aplica hoy en día. Hubo consenso en lo técnico, la nueva teoría fue declarada matemáticamente coherente y de acuerdo con las observaciones experimentales más sutiles del momento. Pero la interpretación filosófica fue problemática. Bohr y Einstein iniciaron un desacuerdo que iba a durar toda la vida.
La mayor dificultad aparece en la llamada dualidad onda-partícula. La actitud de Bohr y Einstein ante el problema, fue muy diferente. La posición de Bohr se podía resumir en el eslogan 'lo pequeño es diferente'. La dificultad está en el mundo de lo muy pequeño, lo microscópico, donde nuestra experiencia diaria y macroscópica no tiene asideros. Los conceptos como onda o partícula, forjados en el mundo diario, sólo describen parcialmente lo micro. En las palabras de Bohr, son conceptos 'complementarios' y no tiene sentido ir más allá.
Para Einstein, esto era insuficiente. No le parecía que la dualidad tuviera que ser insalvable, y siempre tuvo la esperanza que una teoría más completa resolviera las paradojas de la Mecánica Cuántica. Su slogan podría haber sido 'la cuántica es incompleta'. Un gran avance, pero no tenía por qué ser la última palabra. El resto de su vida, buscó una Teoría de Campo Unificada que resolviera las paradojas, pero sin éxito. Como todos los físicos siguen sin tener éxito en este camino, el problema está abierto.
Hubieran preferido seguir trabajando tranquilamente en física, pero tanto a Bohr como a Einstein los englobó la violenta historia Europea del siglo XX. Einstein, siendo judío, tuvo que exiliarse en los Estados Unidos en 1933 cuando Hitler subió al poder en Alemania. Bohr siguió en Dinamarca hasta 1943, cuando los nazis ocupaban el país y estaban a punto de apresarlo como enemigo político.
Durante la Segunda Guerra Mundial ambos participaron, de diferente manera, para que la carrera por fabricar una bomba atómica no fuera ganada por la Alemania nazi. Einstein escribió una carta al presidente norteamericano alertando sobre el peligro de que los nazis llegaran primero, y Bohr participó también del Proyecto Manhattan. Los norteamericanos querían mantener secreto a toda costa el hecho de que Bohr trabajaba para ellos, y le pusieron "Nicholas Baker" como nombre en clave. En los laboratorios secretos, sus antiguos alumnos y colegas dieron en llamarlo más familiarmente "tío Nick".
Terminado el conflicto, también coincidieron Bohr y Einstein en tratar de frenar la carrera armamentista y alertar al mundo sobre el peligro de las armas nucleares. Con éxito relativo, ya que se siguieron acumulando ojivas nucleares pero por lo menos no han sido usadas hasta ahora.
Después de la guerra, ambos volvieron a la física, que siguió siendo una vocación y una pasión para ambos. No volvieron a hacer contribuciones revolucionarias, sería mucho pedir. Pero no abandonaron nunca la investigación, ni se consiguieron poner de acuerdo en su interpretación de la cuántica.
La visión de Bohr es tal vez la más aceptada actualmente, pero sigue habiendo una discusión seria respecto a los aspectos filosóficos de la teoría. En lo que todos están de acuerdo y esto Einstein mismo lo compartía, es que con la mecánica cuántica se pueden realizar cálculos que están en completo acuerdo con los experimentos que se realizan. Esto les basta a la mayoría de los físicos actuales, la profesión ya es bastante difícil sin meterse a ahondar en cuestiones filosóficas. Por supuesto, esto de por sí es ya una posición filosófica tácita que algunos llaman la filosofía 'calculá y callate la boca'.
Hasta ahora Niels Bohr parece tener la última palabra. Pero lo más interesante de todo es que a lo mejor, mañana mismo, se descubra algo que obligue a pensar todo de nuevo y empezar otra revolución científica.
(*) Doctor en Física, trabaja en el Centro Atómico Bariloche y es profesor en el Instituto Balseiro
JAVIER LUZURIAGA (*)
 
Fuente: http://www.rionegro.com.ar/diario/rn/nota.aspx?idart=790195&idcat=9546&tipo=2

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